Con el paso del tiempo y tal y como pasa con los "donuts" (rosquillas azucaradas) un nombre comercial pasa a convertirse en un nombre propio o un sustantivo, es decir, debido a una extensión lingüística acabamos generalizando un nombre comercial a un tipo de producto. Llamamos a cualquier rosquilla con azúcar, Donut.
En el caso de la toxina botulínica se habla de Botox® (es una marca registrada de toxina botulínica) como si fuera el mismo producto y aunque la marca comercial Botox® es toxina botulínica, no todas las toxinas botulínicas son Botox®; de hecho, en España Botox® paradójicamente no es una marca permitida para uso médico estético, ya que como hablábamos en otro post solo se permite para este uso las marcas Azzalure®, Vistabel® y Bocouture®.
Por desgracia, el consumidor consiente en no informarse adecuadamente y debe exigir siempre el nombre comercial y las características del medicamento que le están inyectando o prescribiendo.
Internet tampoco contribuye a aclarar este terrible error que únicamente induce a la desinformación.
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